3.5.07

Primer capitulo: La Irrupción

Soledad gritaba. Esa mañana la habían despertado muy temprano todavia mas que de costumbre. Fue violento: hacia las seis y media una guardiana con voz de odio le habia ladrado que se levantara:
- Rosas, arriba. Vamos, rapido.
Desde su llegada a Italia, ocho meses antes, Soledad habia dejado de ser Soledad: alli todos la llamaban Sole. En Buenos Aires, antes, algunos la llamaban asi, pero en Italia Sole era sol y le gustaba que su nombre se hubiera transformado en eso. Hasta la carcel: en la carcel no habia sol y las guardianas la llamaban Rosas. Para ellas Rosas no era mas que un apellido.
- Vamos Rosas, no me hagas enojar.
Soledad penso que le importaba tres carajos que la guardiana se enojara que igual tuvo que levantarse. La mujer le dijo que la siguera y la empujo suavecito: no mucho, solo para marcar que podia hacerlo. Soledad le pregunto que pasaba, porque se la estaba llevando y la guardiana le dijo que no sabia: quizás fuera verdad. Caminaron por un pasillo largo; todavia estaba oscuro.
La guardiana la llevo hasta una celda donde no habia nadie, donde no habia nada; Soledad entro y la otra cerro la puerta y la siguio vigilando desde afuera. Fue entonces cuando Soledad empezo a gritar. Estaba sola y sabia que no servia para nada, pero queria gritar: por lo menos le molestaria a esos hijos de puta que no iban a hacer con ella lo que se les cantara. Soledad gritaba y pateaba y puteaba, esa mañana todavia mas temprano que de costumbre.
Al cabo de un rato Soledad se callo. Nadie parecia escucharla, y ademas Edoardo le habia dicho que era mejor tratar de reirse. Por suerte no la habian revisado y tenia su ultima carta en el bolsillo del pantalon: " Yo tambien lloro, sabes, sirve oara descargar las tensiones. Pero reir seria mucho mejor".
Soledad se prometió que ese día haría todo lo posible por reirse.

" Sole, recibi tu carta, me contas cosas muy lindas y la fabula de la tribu india me hace acordar un sueño de la otra noche. Vos y yo habiamos alquilado un bajo electrico, un redoblante y un charleston. Vos tacabas el bajo y yo el redoblante y el charleston. Tocabamos como nos daba la gana y nos divertiamos mucho. Despues haciamos una fiesta y venian nuestros amigos y tocabamos con ellos; algunos bailaban, otros tocaban y todos se reian felices. Despues vos y yo nos ibamos en una bicicleta a dar una vuelta, pedaleando un poco yo y un poco vos. Era de noche pero se veia porque habia luna y estrellas. El cielo estaba limpido y en un momento llegabamos a un bello prado florecido, nos acostabamos, nos abrazabamos y nos dormiamos.
" Cuando lei que pensabas tener un chico me acorde que esta mañana, mirando un programa de la tele que hablaba de la adopcion, pense que lindo seria adoptar uno. Pero enseguida entendi, escuchando lo que decian, que era una cosa complicada, que la burocracia a menudo desalienta a los que lo intentan.(....)
" Me mandaron unos recortes de diario con articulos sobre nuestro arresto. Me guarde una foto tuya, asi si un dia estoy inspirado me gustaria tratar de hacerte un retrato. Me gustaria hacerlo de memoria pero quizas sea demasiado dificil para mi. Quizas si un dia un perro llegase a la casa en donde vivamos podriamos tenerlo, si el quisiera estar con nosotros.
" Casi todos los dias pongo el pan que hacemos en la ventana y los pichones vienen a comerlo. Algunos son muy lindos."
" Yo tambien lloro, sabes, sirve para descargar tensiones. Pero reir seria mucho mejor.
" Te valoro tanto, querria abrazarte fuerte.
" tu Baleno."
Baleno era Edoardo, su hombre, y Soledad releyo varias veces el final: Edoardo no solia escribir mimos. Despues se quedo callada, casi sin pensamientos, esperando algo que no conseguia imaginar. Pero la lectura la habia reconfortado. En cuanto volviera a su celda le contestaria.

Ya debian ser las ocho, por lo menos: los rumores de la carcel iban creciendo y una luz empezaba a filtrarse por la ventana alta. En la celda de aislamiento no habia ni siquiera una manta, y hacua frio. Soledad pensaba en el retrato que Edoardo queria hacerle y se pasaba la mano por el peso al ras: habia tomando la costumbre de cortarselo todas las semanas y le gustaba el cepillito de su cabeza rapada, esa manera de rechazar el modelo de belleza de las publicidades. Ella habia sido bonita como tantas, chiquita, bien formada, una cara agradable, y ahora habia decidido cambiar su forma de ser linda: la belleza era la diferencia, atreverse a ser otra y ser ella. Se volvio a pasar la mano por el craneo y se miro la camiseta roja: grandota, alguna mancha.
- Rosas....
La interrumpio la guardianam casi en un susurro. Su tono parecia mas amable: extrañamente amable.
- Vamos, Rosas, te tengo que llevar a la sala de coloquios. Te esta esperando tu marido.
- Mi marido?
- Si, tu marido.
Por un momento se confundio: seguramente queria confundirse. Despues se sonrio: su marido, claro, no era Edoardo sino Luca Bruno, el compañero anarquista con quien se habia casado un mes antes para conseguir la residencia. Ya habia hecho varios intentos para que la dejaran ver a Edoardo pero todos chocaban contra la burocracia de la carcel y del tribunal: como no los unia nada legal no tenian derecho a una entrevista. Soledad no se desalentaba: insistiria hasta lograrlo. Luca, en cambio, por aquel casamiento formal, tenia derecho a visitarla y ya habia ido una vez: al fin y al cabo era un amigo, le contaria como estaban las cosas afuera, las distraeria por un rato.
La sala era grande: a veces se juntaba mucha gente y el ruido se hacia insoportable, pero a esa hora estaba vacia. Luca la saludo con un beso y bajo la mirada: parecia intranquilo, confuso. Le pregunto como estaba y casi no escucho su respuesta. Pero ella estaba cabreada y queria contarle por que:
- Luchino, no se que les pasa a estos hijos de puta que esta mañana me agarraron y me pusieron en aislamiento. Que carajo estan haciendo?
Luca seguia callado; los dedos se le trababan armando un cigarrillo.
Despues supuso que era mejor decirselo cuanto antes:
- Sole, no se como empezar. Baleno esta muerto.
- Muerto? Como muerto? Que quiere decir muerto?
Balbuceo soledad. De pronto el italiano se le volvia una lengua tan extraña: no entendia. O entendia demasiado. Luca no sabia si callarse o seguir hablando:
- Muerto, no se, carajo. Me acaban de decir que se mato esta noche.
Soledad solto un grito.

Edoardo se habia ahorcado, con su sabana: la habia atado a los barrotes de la cama de arriba y se habia dejado caer en el suelo sobre sus rodillas para asfixiarse.

Pero por que me hizo esto?!?! Porque?! Porque?!
Gritaba Soledad, en castellano, con todo el desgarro que una voz puede dar, y Luca la miraba sin saber que hacer.
-Porque me dejo asi?!?! Hijo de puta. porque me dejo asi!
Muchas veces, en los meses siguientes, Soledad se arrepentia de esas puteadas iniciales. Pero en ese momento no podia pensar en otra cosa: Edoardo se habia ido, la habia dejado sola, la habia dejado; se habia separado de ella para siempre.
- Como pudo, carajo, como pudo?
S0ledad seguia gritando, se agarraba la cara con las manos, se deshacia la cara como el que estruja un tomate muy maduro. El mundo de pronto le resulto un tomate demasiado maduro, a punto de deshacerse en chorros rojos. Todo le parecia un delirio, una ficcion, pero al mismo tiempo era tan verdadero: era la vida haciendose de pronto demasiado real, convirtiendose en muerte. Luca intento consolarla con un abrazo que Soledad no terminaba de aceptar. Ella hablaba con otro:
- Me dejaste, amor, te fuiste, me dejaste aca sola, amor, la puta madre que te remil pario!
Gritaba, desesperada. Minutos antes la carcel era algo terrible; de pronto se habia convertido en un mal tan menor. Soledad gritaba, lloraba, se retorcia y seguia preguntandole por que me hiciste esto, por que me abandonaste. Hay preguntas que solo se pueden hacer a los que ya no saben contestarlas...

una parte del primer capitulo del libro
- Amor y Anarquia: La vida urgente de Soledad Rosas...
Martin Caparros

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